Que políticos de un mismo partido no se fíen entre ellos es un argumento demoledor contra el partido.
En estas últimas semanas, tanto el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid como el propio Partido Popular, están llenando páginas de periódicos e informaciones de todo tipo; entre los espías y contraespías dentro del mismo gobierno y la corrupción de algunos de sus dirigentes, aquellos que de forma constante hacen antipolítica están de enhorabuena.
Porque cinco años después del tamayazo y cuando aquello estaba olvidado, todo vuelve a revolverse; los políticos se espían unos a otros, expolicías hacen labores de contra vigilancia, los informes circulan de despacho en despacho, nadie sabe quién paga pero se contratan agencias de espionaje y hasta se valora poner en práctica una réplica del CNI, la desconfianza, la sospecha, el chantaje, la corrupción se ha apoderado de la política madrileña primero y después aparece como hongos en el resto de España. No es una novedad, escándalos como este son consustanciales con la derecha conservadora española, ahí están casos como el de Gil en Marbella, Matas en Baleares, Fabra en Castellón, Esperanza Aguirre en las elecciones de Madrid del 2003 con los dos tránsfugas que necesitó para quitarle el gobierno a Simancas y otros que están surgiendo en estos días y que huelen tan mal como todos ellos.
DESDE EL punto de vista democrático, que políticos de un mismo partido no se fíen entre ellos, que usen espías para chantajearse o que empresarios amigos de responsables populares se enriquezcan a costa del erario público es un argumento demoledor contra el partido; pero para quienes están construyendo todos los días la antipolítica, es como darle al pirómano un bidón de gasolina, para ellos es la constatación de que sus sospechas son reales, de que los políticos no son "trigo limpio", de que escándalos como estos casi son justificados por el carácter intrínseco que la corrupción es para con la política. En estos tiempos que estamos, donde la crisis económica hace mella, los problemas surgen cada día con más intensidad por el aumento del desempleo y las dificultades están a flor de piel, alimentar con estas prácticas la antipolítica es jugar con fuego.
Porque tan amplias y tan continuadas no son fruto de actuaciones circunstanciales y perversas de algunos, si así fuesen no se justificarían con acusaciones y diatribas antigubernamentales, se dejaría hacer a la justicia, se abrirían las ventanas para ventilar con una comisión de investigación en la Asamblea de Madrid o donde fuese preciso, potente, limpia, democrática, sin límites para investigar y determinar las responsabilidades, que buscase la verdad y la información para la ciudadanía, todo lo contrario de lo que se está haciendo.
LO QUE OCURRE en la comunidad de Madrid y nuevos aledaños responde al carácter antisistema que las practicas neoliberales han contaminado en numerosas administraciones gestionadas por la derecha, tanto se ha potenciado una ideología contraria a lo público que se han anulado las defensas cívicas frente a la corrupción. Cuando se privatiza parte de la Educación y la Sanidad se pervierten los objetivos de la Educación para la Ciudadanía haciéndola impartir en inglés, se reparten licencias audiovisuales o se adjudican obras o servicios de forma discriminada, no se es más liberal; cuando además se hace un uso privado de la televisión madrileña sin respetar las mínimas reglas de objetividad e imparcialidad informativa devalúan el sistema democrático, se convierten en los nuevos antisistema, sustituyen la ley por el capricho del que manda.
Con estos escándalos se debilita el sistema, afloran pasiones e intereses para enriquecimiento de algunos y da alas a quienes desde siempre reniegan del sistema democrático y de un Estado donde debe imperar la Ley y el respeto al derecho. No es una situación buena para nadie, ni para el interior del partido que lo soporta, en este caso el PP, ni para el resto de las fuerzas políticas y de los políticos, que de forma abrumadora y mayoritariamente estamos trabajando en política porque creemos que a través de ésta hacemos un servicio a la sociedad.