miércoles, 29 de junio de 2011

¿Debate perdido?

Cuando el pasado miércoles subía las escaleras de la tribuna del Congreso de los Diputados para defender el decreto ley de reforma de la negociación colectiva, tras escuchar críticas inmisericordes contra ella, recordé la tarde del 11 de septiembre de 1975 en que un grupo de enseñantes, reunidos en el Centro Pignatelli de Zaragoza para confeccionar la tabla reivindicativa del convenio provincial de la enseñanza privada, terminamos pasando más de un mes en la cárcel de Torrero.

¡Cuantas cosas han pasado desde entonces! Y sin embargo hay discursos de ese día que en lo sustancial enlazan con aquellos "tiempos del cólera" en que el poder de decisión de las relaciones laborales las marcaba el empresario, las modificaciones de convenio se hacían por la brava y reivindicar derechos te convertía en subversivo. Pasar de largo en este debate sin comprometerse ni dar alternativas es muy grave, pero más lo es no valorar los 30 años de negociación colectiva realizada a través del título III del Estatuto de los Trabajadores que se hizo durante el Gobierno de UCD. No es fruto del olvido sino de la estrategia que la derecha económica y política tiene para reformar las relaciones laborales.

Porque si este país ha crecido económicamente, ha mejorado su competitividad y gozado del bienestar actual, entre otras cosas, también ha sido por la práctica de una negociación colectiva democrática y responsable. Invisible muchas veces pero que afecta a más de once millones de trabajadores y trabajadoras en cuestiones tan esenciales para vivir como el salario, la jornada, los turnos, las vacaciones, la formación profesional, las pensiones, el empleo, los accidentes y salud laboral: son más de 5.000 los convenios que se hacen al año y miles los sindicalistas y empresarios que, superando viejos antagonismos, convierten en escuela de concertación lo que en otra época fueron momentos de represión y enfrentamiento. La negociación colectiva ha sido y es cauce para la distribución más justa e igualitaria de las rentas, si más del 35% de la riqueza de este país se distribuye por esa vía, no hay duda de que el rápido ensanchamiento de la clase media que hemos vivido en estos 30 años, tiene mucho que ver con las prácticas negociadoras en las empresas.

En lo fundamental funciona, ¿por qué no se reconoce? seguramente por el deseo de algunos de aprovechar el momento para retroceder a otros tiempos. Desde algunas opciones políticas, pasando por fundaciones bien subvencionadas, catedráticos de institutos innombrables o conferenciantes y tertulianos bien pagados, todos hacen de esta reforma estructural la punta de lanza para rebajar condiciones laborales, y lo hace, la mayoría de ellos, desde el más profundo desconocimiento.

Porque, empresarios y sindicatos, que son los verdaderos agentes negociadores, buscaban, y lo han hecho, durante cuatro meses, acordar una reforma equilibrada manteniendo en lo fundamental la estructura actual, sobre que el Gobierno lo haga por real decreto. No se pudo concluir más por el ruido mediático madrileño del tea party y las interferencias políticas del PP que por la distancia entre los negociadores.

El texto presentado por el Gobierno reconoce el papel de nuestro modelo de negociación colectiva, asumiendo algunas disfunciones que le restan eficiencia y capacidad de adaptación a la cambiante economía, introduciendo equilibradamente modificaciones en tres direcciones. La estructura de la negociación colectiva está muy atomizada, con excesivo número de convenios, sin apenas relación entre ellos y materias negociadas repetitivamente en la empresa, la provincia o el sector estatal. Otro de los problemas tiene que ver con sus contenidos, su agilidad y dinamismo para poder ajustar con rapidez las condiciones de trabajo recogidas en convenio a las circunstancias económicas y productivas del ciclo económico; nuestro país ajusta por la vía del despido o la no renovación de contratos, caídas de pedidos o de actividad solucionables muchas veces con un acuerdo sobre salarios, jornada, turnos, vacaciones-en el ámbito de la propia empresa. Lo mismo ocurre con la dilación en la negociación de los convenios. Para evitarlo se limitan los tiempos y se emplaza al arbitraje, aceptado por las partes, para superar diferencias insalvables. Las tendencias presentes de nuestro mercado de trabajo, como la aparición de nuevas realidades empresariales, las diferentes formas de organización y reestructuración de las empresas o la descentralización productiva requieren una adecuación a la negociación colectiva con nuevas reglas.

Tras esta propuesta nadie podrá decir que la negociación colectiva actual lastra el mantenimiento de las empresas, no toca la renovación de los convenios o que es imposible flexibilizar condiciones cuando puede hacerse un convenio de empresa.

La posición de los grupos parlamentarios el pasado miércoles está basada más en la retórica consabida del PP, que le sirve para todo, y en la visión táctica de PNV y CIU que en el análisis del contenido del real decreto y sus objetivos. Otro debate perdido y otra reforma sin saber qué piensa el principal partido de la oposición ¿Por qué será?


(Publicado en El Periódico de Aragón el 26/06/2011)

lunes, 13 de junio de 2011

Acuerdos que marcarán el futuro

Tras la euforia por los resultados del 22-M, los votantes y responsables del PP seguro se llevaron un buen susto cuando Luisa Fernanda Rudideclaró esta semana en Huesca que "si el PP no gobierna en dos meses, habrá que repetir elecciones", cosa lógica porque así lo marca nuestro Estatuto de Autonomía cuando confiere derecho para disolver las Cortes y convocar elecciones, con más razón, si no se pueden formar las mayorías para elegir presidente (Arts.48 y 52 ).

Quedando tanto tiempo, no es una advertencia casual, la futura presienta quiere decir algo más tanto a los suyos como a los futuros socios, porque necesita evitar roces innecesarios y precisa cerrar acuerdos por abajo sin conflicto, los ayuntamientos y comarcas son el primer paso para lubricar otros encuentros, y con la advertencia les conmina a sus elegidos con la posible repetición de campaña si no hay generosidad porque "el pescado no está todavía vendido", los futuros socios están muy sensibles y ante los nuevos tiempos se impone la prudencia y no el resquemor.

La advertencia tiene un claro destinatario, el PAR, precisaría más, su presidente José Ángel Biel, que a pesar de aparentar tenerlo todo pensado y controlado estoy seguro estará en un mar de dudas cuando haya hecho un repaso de los procesos electorales vividos desde aquel 20 de mayo de 1983 en que se constituyeron en la Lonja de Zaragoza nuestras primeras cortes salidas de unas elecciones democráticas. Y es que desde aquellos 124.000 votos que obtuvo entonces, pasando por los 180.000 del gobierno de Hipólito en 1991 o los 143.000 en 1995 a los 62.193 del pasado 22-M ha corrido mucha agua por el Ebro y se ha llevado muchos votos, casi las dos terceras partes. La futura presidenta no solo sabe esto sino que la sangría del voto regionalista se produjo en la coalición PAR-PP con Santiago Lanzuela en el Pignatelli y ella alcaldesa en la plaza del Pilar, los 57.000 votos perdidos entonces dejándoles en 10 diputados que es el listón de los últimos procesos electorales, son una herida sin cicatrizar y una contradicción no superada, porque las coaliciones de centroderecha les han ido muy mal a los paristas tanto en el ámbito electoral como en el político y muy bien haciendo gobiernos de centro-izquierda.

Primero porque las lindes ideológicas de las dos formaciones son muy difusas y pasar del acuerdo "al abrazo del oso" se hace de forma natural, más cuando la otra opción va de crecida y aumentando poder. Por otro lado un partido que toca gobierno desde hace 23 años difícilmente se puede controlar en la oposición si quien absorbe el poder institucional está en el mismo espacio de pensamiento, en la misma familia.

Pero no todo "lo que reluce es oro" el centro-derecha aragonés tiene profundas diferencias políticas en temas estratégicos para esta tierra, desde la interpretación del desarrollo autonómico y su futuro control, al papel de las empresas públicas en la transformación de la comunidad (la candidata a Presidenta dijo en campaña de vender algunas, cerrar otras, agruparlas), la organización del territorio en base a la estructura comarcal no le gusta, es más la criticó y planteó su reducción o desaparición, a pesar de que sabe es la joya de la corona del PAR; el papel de las instituciones en la salida de la crisis es irrelevante para una "neocon" como ella, pero no para sus posibles socios vinculados de siempre con la estructura empresarial y sobre todo con las pyme; el uso del déficit en la construcción territorial, muchas veces oí a Jose Angel Biel decir que un kilómetro de autovía puede esperar pero las ayudas sociales, subvenciones, o pequeñas inversiones en el territorio es electoralmente hablando "oro molido" ¿lo podrá seguir haciendo?, la interpretación del estado del bienestar regionalista choca también en esa coalición al concebirla más dentro de las ideas democristianas que liberales.

PARA LOS conservadores aragoneses el agua sigue siendo un problema, la decisión de futuras aventuras trasvasistas estará determinada por la presión de territorios muy potentes electoralmente hablando, Valencia, Murcia y ahora se puede incorporar Castilla-La Mancha; no sería de extrañar que resucitasen aquel PHN que derogó Zapatero. Actualmente la DGA está dotada de un autogobierno claro, prestando servicios esenciales y haciéndose oír en todo el estado, ha abanderado los problemas de las comunidades del interior y superado viejos tópicos de "Zaragoza contra Aragón", los doce años pasados del gobierno de centroizquierda han puesto el listón alto, para estar a la altura, los socios tienen que creerse el estado de las autonomías sin tapujos ni conveniencias, arriesgar, discrepar ante Madrid si es necesario y sacar adelante proyectos e iniciativas, centrar la gestión en el ahorro y control del gasto solamente, asfixiará a los regionalistas y nos hará recordar las políticas municipales de aquella alcaldesa de Zaragoza sin nada que mostrar tras sus cinco años de gestión.

La experiencia de estos 28 años de autogobierno demuestra que el mayor grado de inestabilidad se produjo con gobiernos de centroderecha, durante 16 años tuvimos seis presidentes en la DGA si contamos el corto período de Ramón Tejedor, numerosas desavenencias, dimisiones de consejeros, paralización de proyectos... etc, etc. Repetir aquella fórmula, aunque obligada por los resultados electorales, no es buena noticia para esta tierra, porque pesa el pasado y hace desconfiar del futuro.


(Publicado en El Periódico de Aragón el 12/06/2011)