Niños, niños como protagonistas de hechos con fatal desenlace llaman la atención en la prensa de estos últimos días. Olvidados en el maletero de un coche, ahogados en una piscina, asfixiados en el interior de un vehículo.
En esta ciudad, un niño murió ahogado en la piscina de las recién inauguradas playas del Ebro, ríos de tinta, exigencia de responsabilidades.
Titulares en los que echo en falta una reflexión sobre el papel de los padres; determinados periodistas y comentaristas, pasan como de puntillas sobre ello, obvian o disfrazan, bajo el epígrafe de “desgracia fortuita”, la responsabilidad de los adultos, cuya primordial tarea es velar por la vida de sus hijos.
Las cosas pasan, sí, pero es que los padres, a veces, estamos a otra cosa, y la sociedad y la prensa, comprenden y comparten dolor cuando lo que deberían, deberíamos, es además, mandar un mensaje de atención sobre las obligaciones que se adquieren en el mismo instante en que uno es padre o madre; estar alerta, y más, en una piscina. La sociedad mediática se escandaliza cuando los sistemas de emergencia no funcionan correctamente, es lo justo. Pero debe también escandalizarse del poco cuidado que a veces tienen algunos padres con algo tan frágil como son los hijos.
¿Qué hacía y dónde estaba el padre del niño ahogado en las playas del Ebro? Parece que poco importa a los medios, será porque quizá importa poco al público al que se dirigen, no lo creo.
Se están transmitiendo a menudo imágenes de la paternidad-maternidad, liberadas de los elementos esenciales y consustanciales a estas figuras, la obligación de proteger la vida de sus hijos.
Sí, hay que recordar que los hijos-as, crean obligaciones y crean situaciones que hacen modificar nuestros hábitos y costumbres, en casa, en el coche, en la piscina, y además se ponen enfermos, a veces cansan, algo tan consustancial al hijo como la responsabilidad que se adquiere al ser padre.
La primera llamada de atención mediática, debería ser que un niño no debe perderse de vista en una piscina, no puede dejarse encerrado en un coche, no debe olvidarse en un maletero.
Luego viene el denunciar si no funcionan los sistemas de emergencia, pero hay niveles de responsabilidad ineludibles, actuar como padre-madre, el primero.
El padre denuncia a los sistemas de emergencia, pero su papel como padre ¿donde queda?
Hemos creado sistemas fundamentales: sanitario, educativo, de emergencia, servicios sociales; pero a menudo olvidamos que nos deben prestar apoyo y ayuda, y no sustituir o delegar la tarea de ser padre. Los medios de comunicación tienen ahí un papel fundamental, huir del oportunismo del gran titular y de la instrumentalización fácil ; en el caso al que nos referimos, se ha dado en algún medio escrito, esa impresión .
Si es cierto que los sistemas de emergencia en este caso no funcionaron, exigir responsabilidades es lo correcto, pero también lo es, reflejar que en esta sociedad compleja, no se puede hablar, como según dice la prensa en alguno de los casos anteriormente enumerados, de “desgracia fortuita” cuando un padre no está al tanto de lo que hace su hijo a o su olvido provoca muerte.
Todas estas muertes de niños, no se han dado en entornos desestructurados ni en situaciones límite, solo compartían tiempo, padres e hijos en situaciones cotidianas.
Afortunadamente la mayoría de hombres y mujeres ejercen ese papel de padres, vigilantes de las acciones de sus hijos, protegiendo su vida, el más preciado valor de un hijo. Pero seamos cuidadosos con los mensajes mediáticos, no sea que cargando contra el sistema de emergencia, nublemos al responsable natural, los padres.
En esta ciudad, un niño murió ahogado en la piscina de las recién inauguradas playas del Ebro, ríos de tinta, exigencia de responsabilidades.
Titulares en los que echo en falta una reflexión sobre el papel de los padres; determinados periodistas y comentaristas, pasan como de puntillas sobre ello, obvian o disfrazan, bajo el epígrafe de “desgracia fortuita”, la responsabilidad de los adultos, cuya primordial tarea es velar por la vida de sus hijos.
Las cosas pasan, sí, pero es que los padres, a veces, estamos a otra cosa, y la sociedad y la prensa, comprenden y comparten dolor cuando lo que deberían, deberíamos, es además, mandar un mensaje de atención sobre las obligaciones que se adquieren en el mismo instante en que uno es padre o madre; estar alerta, y más, en una piscina. La sociedad mediática se escandaliza cuando los sistemas de emergencia no funcionan correctamente, es lo justo. Pero debe también escandalizarse del poco cuidado que a veces tienen algunos padres con algo tan frágil como son los hijos.
¿Qué hacía y dónde estaba el padre del niño ahogado en las playas del Ebro? Parece que poco importa a los medios, será porque quizá importa poco al público al que se dirigen, no lo creo.
Se están transmitiendo a menudo imágenes de la paternidad-maternidad, liberadas de los elementos esenciales y consustanciales a estas figuras, la obligación de proteger la vida de sus hijos.
Sí, hay que recordar que los hijos-as, crean obligaciones y crean situaciones que hacen modificar nuestros hábitos y costumbres, en casa, en el coche, en la piscina, y además se ponen enfermos, a veces cansan, algo tan consustancial al hijo como la responsabilidad que se adquiere al ser padre.
La primera llamada de atención mediática, debería ser que un niño no debe perderse de vista en una piscina, no puede dejarse encerrado en un coche, no debe olvidarse en un maletero.
Luego viene el denunciar si no funcionan los sistemas de emergencia, pero hay niveles de responsabilidad ineludibles, actuar como padre-madre, el primero.
El padre denuncia a los sistemas de emergencia, pero su papel como padre ¿donde queda?
Hemos creado sistemas fundamentales: sanitario, educativo, de emergencia, servicios sociales; pero a menudo olvidamos que nos deben prestar apoyo y ayuda, y no sustituir o delegar la tarea de ser padre. Los medios de comunicación tienen ahí un papel fundamental, huir del oportunismo del gran titular y de la instrumentalización fácil ; en el caso al que nos referimos, se ha dado en algún medio escrito, esa impresión .
Si es cierto que los sistemas de emergencia en este caso no funcionaron, exigir responsabilidades es lo correcto, pero también lo es, reflejar que en esta sociedad compleja, no se puede hablar, como según dice la prensa en alguno de los casos anteriormente enumerados, de “desgracia fortuita” cuando un padre no está al tanto de lo que hace su hijo a o su olvido provoca muerte.
Todas estas muertes de niños, no se han dado en entornos desestructurados ni en situaciones límite, solo compartían tiempo, padres e hijos en situaciones cotidianas.
Afortunadamente la mayoría de hombres y mujeres ejercen ese papel de padres, vigilantes de las acciones de sus hijos, protegiendo su vida, el más preciado valor de un hijo. Pero seamos cuidadosos con los mensajes mediáticos, no sea que cargando contra el sistema de emergencia, nublemos al responsable natural, los padres.
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