martes, 30 de diciembre de 2008

LA PEOR CONSECUENCIA DE LA CRISIS

La crisis tiene su peor cara en el paro que genera; ver el incremento de los expedientes de regulación de empleo todos los días produce rabia además de impotencia ante una situación que a los trabajadores les ha venido por la avaricia de muchos y la incompetencia de otros. Pero sin duda, airearlo, magnificarlo constantemente en los plenos del Congreso de los Diputados y en las distintas comisiones parlamentarias, como un soniquete constante para acusar al gobierno del aumento del mismo, devalúa su existencia .La constante instrumentalización, evita hacer un debate riguroso y serio sobre él que es lo esperado por los parados y lo necesario por la sociedad.

Esta es una cuestión que debemos tratarla con rigor y con sentido común, ni las empresas siguen contratando cuando baja su actividad, ni el gobierno puede obligarles a que lo hagan. En casos como éste, un gobierno progresista como el nuestro, lanza medidas para garantizar créditos a las empresas y a los ciudadanos, apoyar a las familias más perjudicadas y garantizar protección social al parado y a su entorno familiar. Medidas que se tomarán un tiempo en su desarrollo y en verse su efectividad, que seguro son criticables y mejorables, pero la descalificación constante sin que apenas estén en marcha, sigue siendo oportunista y muy demagógica.

Porque la estructura económica de nuestro país hace que cuando van bien las cosas, van mucho mejor, pero cuando van mal, empeoran más rápidamente. Ejemplos de ello, los tenemos en la reciente evolución de los datos de nuestro mercado de trabajo; en los últimos cuatro años España creció en empleo un 16% frente a la media de la UE que lo hizo el 7,5%; la cuarta parte del empleo creado en la zona euro la hizo nuestro país. Es decir en este periodo hemos crecido en empleo y en PIB por encima de la media europea y ahora abanderamos la destrucción de empleo. ¿Es responsable de ello este Gobierno o los gobiernos de estos últimos quince años? Sinceramente creo que han administrado la realidad de nuestra situación económica pero no hemos desarrollado políticas que incidieran en un cambio más adecuado de las mismas. Hemos tirado en exceso de la economía financiera y especulativa en detrimento de la economía productiva. Estamos sustentando nuestro desarrollo sobre sectores muy dependientes de la demanda como es el caso de la automoción (que en Aragón supone el 21% del PIB regional y en España el 8%) bienes de equipo y construcción (que ha pasado de suponer en 1997 el 6,7% del PIB al 10,4% en el 2008 ) sectores que hacen fluctuar el empleo al albur de las coyunturas internacionales y del consumo interno.

Pero además nuestro mercado de trabajo tiene diferencias de los demás, porque el peso de la contratación estacional en el sector agrario, hostelería y servicios derivados del turismo, es muy alto, casi tres millones de empleos al año en base a contratos fijos discontinuos, que suponen por el efecto de la rotación para adquirir el derecho al desempleo un millón y medio de inscritos permanentemente en las oficinas del Inem, o el escaso uso del contrato a tiempo parcial un 8% menos que en la zona euro, al igual que el gran peso del sector de la construcción que en 1997 suponían 1.283.000 empleos y tras diez años aumento en un millón más de trabajadores.

ADEMÁS DE esta realidad estructural, tenemos el mercado de trabajo más flexible de Europa, con una temporalidad rondando el 30%, que permite al primer síntoma de crisis o recesión, no renovar contratos : estos son factores objetivos, realidades ante las cuales el compromiso social de los gobiernos actúa o se inhibe, pero que pueden servir para explicar la inmediata destrucción de empleo en nuestro país. Porque por otro lado tenemos elementos muy positivos de nuestro mercado de trabajo ; el espectacular crecimiento del mismo en la población activa, tres millones en estos últimos cuatro años, situándose en casi 23, el incremento de 2.700.000 nuevos empleos hasta tener más de 20 millones de ocupados, la masiva incorporación de la mujer al empleo, la incorporación al mismo de casi cuatro millones de inmigrantes (más del 50% comunitarios ), dan una clara muestra de cómo éste país crece, y tiene posibilidades de hacerlo.

La crisis debe servir para enfocar el futuro modelo económico, más productivo y menos especulativo. Eso lo podemos hacer, acordándolo en la mesa del diálogo social primero y con un alto grado de consenso político que permita hacer reformas estructurales sin confrontación y con el asentimiento de la sociedad. ¿Estará dispuesto el Partido Popular a colaborar en ello?.

(Publicado en El Periódico de Aragón, el 28/12/2008)