lunes, 30 de mayo de 2011

¿Del bipartidismo al partido único?

La derrota que el pasado domingo infligieron los ciudadanos al PSOE expresa fundamentalmente el rechazo del electorado a las políticas realizadas en el conjunto del país .El alejamiento del Gobierno socialista de su base social en estos tres últimos años y la torpe explicación de las razones de los virajes realizados, están en la base de muchas desafecciones del 22-M.

Pero dicho esto y entendido el mensaje es preciso explorar algo más las causas porque seguro que no es solo una. El momento electoral y toda la legislatura está siendo endiabladamente complicada, insertos en una crisis económica brutal, con efectos durísimos en el mercado de trabajo, hace quince días la EPA del primer trimestre nos deja cerca de cinco millones de parados, los ERE, el empeoramiento de las condiciones de trabajo, las continuas imposiciones de la UE en política económica, el acoso a nuestra deuda soberana... todo ha generado tal grado de desconfianza e inseguridad que los resultados electorales difícilmente podían estar al margen. La percepción de que la política está subordinada a la economía, de que nuestra autonomía como país es escasa ha calado entre los ciudadanos pero, sobre todo en la izquierda que, confundida, ha permitido que hombres y mujeres comprometidos con sus pueblos, ciudades y territorios pasen a la oposición sin saber qué se cuestionaba o qué merecía el cambio .

Desde el 12 de mayo del 2010 en que el presidente del Gobierno frenó la intervención económica de nuestro país por la UE, anunciando las medidas de ajuste, (rechazadas por el PP) hasta el pasado domingo, la sangría de nuestros votantes ha sido constante porque nos han identificado con políticas tradicionales de la derecha: otra cuestión es si podíamos hacer otra cosa, dado el grado de endeudamiento, la presión internacional en los mercados, la existencia del euro como moneda única y el negativo efecto que un rescate podría tener sobre nuestro estado del bienestar.

No dejaré de defender que hicimos lo adecuado y aunque parezca una contradicción, la política está para explicarla; en este caso el ejemplo portugués sirve como lección; el Parlamento rechaza el plan de ajuste presentado por el entonces presidente Sócrates, dimite como tal, se convocan elecciones a la vez que la troika (BCE, FMI y B. Mundial) hace un plan de rescate durísimo y en las actuales encuestas el Partido Socialista portugués ha recuperado la caída y está en disposición de repetir gobierno. ¿Por qué? Seguramente porque la contradicción entre hacer lo correcto y la incomprensión del ciudadano está la realidad de los hechos. Esperemos que esto no ocurra.

La campaña que nosotros centramos en clave local y autonómica "elegimos el gobierno de nuestras calles" renunciando Zapatero a presentarse como cartel electoral de las próximas elecciones generales como garante, no ha estado muy en consonancia con ello, nos dejamos arrastrar por la estrategia electoral del PP que las convirtió en un adelanto de las generales centrando el debate en cuestiones de ámbito estatal, el apoyo de sus potentes medios de comunicación desorientan a nuestros electores que solo allí donde se sustraen a esta dinámica nos dan los mejores resultados.

Y en medio de todo ello aparece el movimiento del 15-M, una protesta dirigida contra el déficit de autogobierno que produce nuestra democracia por la corrupción, los problemas en la zona euro para hacer frente a la crisis y consecuentemente la exteriorización de la devaluación de la política y su materialización en consignas como "el bipartidismo es la raíz de nuestros problemas", "ni partidos ni sindicatos miran por nosotros"...

Es la reacción de un movimiento de indignación que, al margen de las razones que lo sustentan, surge en el momento que más perjudica al partido del gobierno, ocho días antes de las elecciones, y lo hace con contenidos y estética tradicional de la izquierda, defendiendo posiciones ambiguas en unos casos y contradictorias en otros; la coartada perfecta para el elector indeciso y desencantado, el paraguas perfecto para cobijar tanto su abstención como el voto nulo u otra opción no sopesada.

Si lo perseguido era atajar problemas como el bipartidismo o la corrupción política, magros resultados. Del bipartidismo hemos pasado al casi partido único y los corruptos son más votados ahora que antes.

Sobre estas y otras muchas cosas habrá que hablar y reflexionar en el futuro, porque ni los ideales ni las políticas socialdemócratas están en cuestión: más de seis millones acaban de avalarlas. El problema está en cómo desarrollarlas, cómo hacer que la política recupere el control de la economía, que la sociedad recupere la confianza en los políticos, reactive la participación de la sociedad civil y haga de la solidaridad, el núcleo central de sus actuaciones frente al individualismo.

(Publicado en El Periódico de Aragón el 30/05/2011)