lunes, 23 de noviembre de 2009

ALAKRANA

En política, los problemas de Estado son una oportunidad para la oposición; medirla, graduarla adecuadamente, evitar el populismo y la demagogia, define las señas, identidad, y talante de quien la hace. Digo esto porque sabiendo que la gestión del secuestro del Alakrana ha sido complicada, con permanentes interferencias externas, el PP solo ha buscado rentabilizarlo políticamente obviando los efectos negativos que pudiese tener dentro y fuera de nuestro país.

Un secuestro de 36 personas en el Índico arrastra de partida, además de las dificultades objetivas, otras muchas, como la presión de las familias, el reality-show mediático, países colindantes desestructurados sin interlocutores válidos, la oposición haciendo responsable exclusivo al Gobierno. El inteligente uso de todas estas contradicciones por los piratas, ha situado el problema en una esquizofrenia, donde se jaleaba devolver a los piratas apresados sin juzgarlos, se criticaba a los jueces por haberlos encausado, a la marina por detenerlos y al Gobierno por no acelerar el pago y la devolución de los detenidos inmediatamente. Hay que reconocer que en estos 47 días el espectáculo dado no ha sido edificante para un país con instituciones democráticas sólidas y un Gobierno bregado en resolver problemas a diario.

ESTAMOS HABLANDO del secuestro de un buque atunero privado, que pesca en aguas peligrosas haciendo caso omiso a las advertencias de las autoridades para faenar en grupo y en un perímetro limitado para poder estar protegidos por la llamada operación Atalanta. Es decir, trabajo peligroso con pingües beneficios que lo hacen atractivo. Hasta aquí la libertad de empresa.

De los 36 trabajadores del mar hay 20 de seis países distintos y dieciséis compatriotas que trabajan en temporada con altas compensaciones salariales vinculadas al volumen de las capturas, lo cual estimula el riesgo pero no la seguridad. En este contexto creo que debe analizarse la gestión de estos 47 días de secuestro; en los que el Gobierno ha tenido un solo objetivo, liberarlos cuanto antes, después analizaremos, valoraremos y haremos la autocrítica necesaria. De ahí la petición de silencio y dejar trabajar que se hace a la oposición y a las familias.

Por eso resulta inadmisible la utilización partidista, que no política, de los dirigentes populares; tanto Cospedal en Toledo el 6 de noviembre como Saenz de Santamaría un día antes en el Congreso pasando por González Pons, Rajoy y Arenas, todos han buscado el desgaste político sin más; solo cuando se les hizo ver que con esa actitud facilitaban la estrategia de los piratas bajaron el tono. Pero que no digan que respetaron el silencio durante el proceso.

Convertir el secuestro en un problema exclusivo de nuestro país --"a otros países no les ocurren estas cosas", dijo Rajoy--, es falso, porque en 2008 se produjeron 42 secuestros de buques, uno de ellos fue Playa de Bakio, en abril murieron tres personas en el rescate de un velero francés, actualmente permanecen secuestrados por piratas en el Índico 11 barcos y 262 tripulantes de distintos países. La peligrosidad de estas aguas, contrasta con la riqueza de sus caladeros y su enorme atractivo empresarial, por eso el Gobierno hizo caso a las peticiones de los armadores impulsando la operación Atalanta, para combatir la piratería, con sus socios europeos.

Porque las leyes españolas, y eso lo deben saber en el PP, no permiten que los militares puedan prestar servicio de protección a bordo de los atuneros o cualquier empresa privada. Por eso, con la mayor celeridad, se ha reformado la reglamentación de la seguridad privada y así poder formar y contratar estos servicios de protección que se han repartido por todos los buques. El coste de esta protección especial se hace a tres partes, la mitad el armador y la otra entre la comunidad afectada y el Gobierno central.

El guión es el mismo, no importan las dificultades, la angustia de las familias o la instrumentalización que hacen los delincuentes, todo vale aunque se perjudique a todos.

(Publicado en El Periódico de Aragón, el 22/11/2009)

martes, 10 de noviembre de 2009

VUELVE GENERAL MOTORS

Las vueltas que da la vida, cuando estaba a punto la firma del acuerdo sindical con Magna, y los gobiernos debatían su participación en la financiación del acuerdo, va GM y da un giro que sorprende a todos y retoma la dirección de Opel. De aquella operación, liderada por Alemania y encabezada por Angela Merkel en campaña electoral, imponiendo la venta a Magna de la mayoría accionarial en Opel, no queda nada. Aquel plan industrial con criterios más políticos que empresariales para salvar las plantas alemanas está parado. El acuerdo con Magna firmado horas antes por los sindicatos europeos, con excepción de los españoles, recortando costes multimillonarios y con sacrificios inmensos, ha saltado por los aires. La gran estrategia del Gobierno alemán, tan jaleada por el PP y puesta como ejemplo por Luisa Fernanda Rudi, se ha diluido como azucarillo en vaso de agua. Aquella General Motors en quiebra ha resucitado en apenas seis meses y suspende la venta que le permitía hacer caja.

Difícil explicación a este cambio tan radical, no creo haya muchos precedentes, porque aquí no se ha roto un acuerdo entre empresas solamente, es mucho más, una multinacional norteamericana, segunda en el ranking mundial de producción del automóvil, reflotada con dinero público y con representación del Tesoro de EEUU en el consejo de administración, rompe el "trato" con otra apadrinada por el Gobierno alemán, que antes aportó 1.500 millones de euros a Opel para que aguantase económicamente mientras se cerraba la operación.

LA RÁPIDA REACCIÓN alemana pidiendo la inmediata devolución de esos millones y la convocatoria de paros por el comité de empresa en aquellas fábricas, es una muestra de su implicación en esta operación y de las heridas que ha abierto en el orgullo alemán. Son muchas las interpretaciones, los análisis y las especulaciones que se harán hasta ver la concreción del nuevo plan industrial que presente la compañía, pero no cabe duda, las multinacionales no tienen corazón, el dinero y el poder les puede llevar incluso a enfrentarse con un gobierno tan poderoso como el alemán, que ha cometido errores de bulto en todo el proceso, haciendo más funciones de empresa que la propia compradora Magna; ¡todo por el libre mercado!

SI EL PROBLEMA era empresarial ¿qué hacía la señora Merkel con la bandera de ese conglomerado financiero-industrial? Porque a principios de septiembre había tres ofertas y los americanos no veían clara la opción acordada, pero el interés electoralista se impuso. A sabiendas de que GM siempre intentó hacer una venta condicionada al control de las patentes y la posible recuperación en momentos de situación financiera favorables; parece que la mejora económica y el adecuado uso de los 60.000 millones de dólares inyectados, le han dado respiro suficiente. Pero además, Sberbank-Magna no tiene las simpatías del Consejo de Administración de GM, por la transferencia de tecnología del automóvil a Rusia, que podría liderar un futuro conglomerado industrial en este sector para toda la Europa del Este. Parece que la guerra fría ha salido de la política y se ha refugiado en la estrategia económica de algunas multinacionales.

Este giro resitúa la situación, porque GM conoce su casa, sabe de sus problemas y puede actuar con rapidez y sin titubeos, fundamentalmente para recuperar la ilusión y expectativas de una plantilla con motivos más que suficientes para el desánimo. Además hay mucho trabajo hecho en esta negociación, ayudas públicas pactadas, cierre de plantas convenidas y despidos acordados, son pasos que pueden dulcificar las soluciones; el trabajo sucio ya se hizo, y solo caben mejoras para los trabajadores.

Este cambio nos hace pensar que el plan industrial que presenten estará libre de condicionantes políticos y primará la productividad y la competencia en su diseño y en la asignación de los volúmenes de producción. El momento y las circunstancias deben de servir para hacer ajustes pendientes en las estructuras dirigentes de la compañía, reducir cargos directivos y mandos intermedios, limitar prebendas y "comodidades" que no solo permitan ahorrar; si además se renuevan ideas será un ejemplo para todos, sobre todo para los que siempre han salido perdiendo, los trabajadores de planta.

La actuación prepotente de la multinacional con los gobiernos y los sindicatos alemanes sobre todo urge recomponerla, porque la Opel forma parte del ADN alemán, un país que tiene más del 50% de la plantilla, un poderoso sindicato y un compromiso personal de su presidenta. No debe haber soluciones supeditadas a Alemania, pero tampoco contra ella.


(Publicado en El Periódico de Aragón, el 8/11/2009)