martes, 10 de noviembre de 2009

VUELVE GENERAL MOTORS

Las vueltas que da la vida, cuando estaba a punto la firma del acuerdo sindical con Magna, y los gobiernos debatían su participación en la financiación del acuerdo, va GM y da un giro que sorprende a todos y retoma la dirección de Opel. De aquella operación, liderada por Alemania y encabezada por Angela Merkel en campaña electoral, imponiendo la venta a Magna de la mayoría accionarial en Opel, no queda nada. Aquel plan industrial con criterios más políticos que empresariales para salvar las plantas alemanas está parado. El acuerdo con Magna firmado horas antes por los sindicatos europeos, con excepción de los españoles, recortando costes multimillonarios y con sacrificios inmensos, ha saltado por los aires. La gran estrategia del Gobierno alemán, tan jaleada por el PP y puesta como ejemplo por Luisa Fernanda Rudi, se ha diluido como azucarillo en vaso de agua. Aquella General Motors en quiebra ha resucitado en apenas seis meses y suspende la venta que le permitía hacer caja.

Difícil explicación a este cambio tan radical, no creo haya muchos precedentes, porque aquí no se ha roto un acuerdo entre empresas solamente, es mucho más, una multinacional norteamericana, segunda en el ranking mundial de producción del automóvil, reflotada con dinero público y con representación del Tesoro de EEUU en el consejo de administración, rompe el "trato" con otra apadrinada por el Gobierno alemán, que antes aportó 1.500 millones de euros a Opel para que aguantase económicamente mientras se cerraba la operación.

LA RÁPIDA REACCIÓN alemana pidiendo la inmediata devolución de esos millones y la convocatoria de paros por el comité de empresa en aquellas fábricas, es una muestra de su implicación en esta operación y de las heridas que ha abierto en el orgullo alemán. Son muchas las interpretaciones, los análisis y las especulaciones que se harán hasta ver la concreción del nuevo plan industrial que presente la compañía, pero no cabe duda, las multinacionales no tienen corazón, el dinero y el poder les puede llevar incluso a enfrentarse con un gobierno tan poderoso como el alemán, que ha cometido errores de bulto en todo el proceso, haciendo más funciones de empresa que la propia compradora Magna; ¡todo por el libre mercado!

SI EL PROBLEMA era empresarial ¿qué hacía la señora Merkel con la bandera de ese conglomerado financiero-industrial? Porque a principios de septiembre había tres ofertas y los americanos no veían clara la opción acordada, pero el interés electoralista se impuso. A sabiendas de que GM siempre intentó hacer una venta condicionada al control de las patentes y la posible recuperación en momentos de situación financiera favorables; parece que la mejora económica y el adecuado uso de los 60.000 millones de dólares inyectados, le han dado respiro suficiente. Pero además, Sberbank-Magna no tiene las simpatías del Consejo de Administración de GM, por la transferencia de tecnología del automóvil a Rusia, que podría liderar un futuro conglomerado industrial en este sector para toda la Europa del Este. Parece que la guerra fría ha salido de la política y se ha refugiado en la estrategia económica de algunas multinacionales.

Este giro resitúa la situación, porque GM conoce su casa, sabe de sus problemas y puede actuar con rapidez y sin titubeos, fundamentalmente para recuperar la ilusión y expectativas de una plantilla con motivos más que suficientes para el desánimo. Además hay mucho trabajo hecho en esta negociación, ayudas públicas pactadas, cierre de plantas convenidas y despidos acordados, son pasos que pueden dulcificar las soluciones; el trabajo sucio ya se hizo, y solo caben mejoras para los trabajadores.

Este cambio nos hace pensar que el plan industrial que presenten estará libre de condicionantes políticos y primará la productividad y la competencia en su diseño y en la asignación de los volúmenes de producción. El momento y las circunstancias deben de servir para hacer ajustes pendientes en las estructuras dirigentes de la compañía, reducir cargos directivos y mandos intermedios, limitar prebendas y "comodidades" que no solo permitan ahorrar; si además se renuevan ideas será un ejemplo para todos, sobre todo para los que siempre han salido perdiendo, los trabajadores de planta.

La actuación prepotente de la multinacional con los gobiernos y los sindicatos alemanes sobre todo urge recomponerla, porque la Opel forma parte del ADN alemán, un país que tiene más del 50% de la plantilla, un poderoso sindicato y un compromiso personal de su presidenta. No debe haber soluciones supeditadas a Alemania, pero tampoco contra ella.


(Publicado en El Periódico de Aragón, el 8/11/2009)

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