martes, 10 de febrero de 2009

¿ESPERANZA EN EL IMPERIO?

Aunque la nueva música de la Casa Blanca suena mejor se perciben algunos síntomas preocupantes, llamamientos al consumo de productos norteamericanos que pueden ser muy perjudiciales.

Parece que la elección del nuevo presidente en Estados Unidos supone que la izquierda tradicional se ha quedado sin un argumento básico de su programa: identificar al imperialismo norteamericano con el Imperio del Mal, haciéndole culpable de casi todos los problemas del mundo.

Y razones ha habido para ello, porque desde la guerra de Vietnam, pasando por el apoyo a las dictaduras latinoamericanas --al golpe de Pinochet en Chile, o la dictadura argentina-- hasta la invasión de Irak y la vergüenza de Guantánamo, han sido actuaciones que directa o indirectamente violentan el derecho y protegen atrocidades. Pero de aquel grito tradicional de "yankee go home" a la elección de Barak Obama, se ha producido un cambio fundamental, tanto del discurso como del programa, que hace mutar el grito de rechazo por otro de esperanza "welcome Obama".

Porque desde la campaña en primarias hasta los primeros acuerdos tomados en esta semana por el nuevo presidente se percibe una nueva etapa, donde los compromisos van avanzando con rapidez: cierre de Guantánamo, prohibición de la tortura, previsión de salida de las tropas de Irak, reconocimiento de la igualdad de salarios en el mismo trabajo, limitando la discriminación por sexo, raza y religión; reconocimiento del papel de los sindicatos en la evolución económica norteamericana --"los sindicatos no son parte del problema sino parte de la solución"--, limitando el poder de los lobbies en la política hasta llamar "sinvergüenzas" a los ejecutivos de los bancos de Wall Street por repartirse el pasado año 14.350 millones de euros en primas con los tiempos que corren; son claras muestras de la regeneración de las políticas norteamericanas que se abren paso con el apoyo de una enorme marea de ilusiones y el compromiso valiente del primer presidente afroamericano. ¿Por qué es importante esta nueva política? Porque la primera potencia del mundo no puede liderarlo sin acuerdo multinacional, no puede imponer modelos de crecimiento neoliberales fracasados y controles militares sin más apoyos que los producidos por el temor o la fuerza, como ha venido haciéndose en la etapa Bush.

AHORA, CON UNA crisis económica como la que estamos sufriendo, la nueva música de la Casa Blanca suena mejor, da más tranquilidad, hay menos marchas militares y más sosiego. A pesar de ello se perciben algunos síntomas preocupantes; hay tics proteccionistas cuando se habla de recuperación económica en sectores como la automoción o el acero, llamamientos al consumo de productos norteamericanos que pueden significar una búsqueda unilateral en la solución del problema.

Y eso sería perjudicial para todos. Porque hoy lo más positivo es que en esta crisis se ha producido un alto grado de coordinación a escala mundial para buscar soluciones; nunca se había dado un consenso tan amplio en dar alternativas, ahí está el consenso conseguido para la recapitalización del sistema financiero, sacar los activos tóxicos, garantizar los depósitos de los ciudadanos, regular y aumentar la supervisión de los bancos, así como modificar instituciones internacionales obsoletas y burocratizadas.

En este nuevo papel de liderazgo compartido que la nueva administración norteamericana está empezando, Europa debe jugar un papel determinante, poniendo en valor el modelo de crecimiento y de vida que tenemos, los servicios que componen el estado de bienestar y de protección social que como derecho tienen nuestros ciudadanos.

El contrapeso de la socialdemocracia europea con la prevalencia de la política democrática sobre la economía, frente al modelo neoliberal donde la economía prima sobre la política y donde no es posible el pacto ente capital y trabajo, debe abrirse y recuperar el protagonismo perdido en un modelo de globalización totalmente descompensado.

TANTO LAS medidas para salvar la crisis como el diseño de la futura sociedad deberían tener más elementos nuestros que del Sureste Asiático y Chino, debería avanzarse hacia un modelo de crecimiento equilibrado, respetuoso con el medio ambiente, con garantías de protección y servicios para los ciudadanos, donde la democracia política y social evite la competencia y el dumping, en base a una mayor explotación de los trabajadores, con derechos democráticos y con limitación y supervisión interna de los mercados financieros. Salir de esta crisis que nos va a empobrecer a toda la humanidad durante muchos años sin los mecanismos adecuados para superar la dualidad social y sin instituciones internacionales representativas que la garanticen, sería un doble e inmenso fracaso. Y ahí, tanto la política socialdemócrata como la Unión Europea y Obama tienen un papel fundamental.

(Publicado en El Periódico de Aragón, el 9 de febrero de 2009)

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