martes, 15 de febrero de 2011

COMPROMISOS DE FUTURO

Cuando sindicatos, patronal y Gobierno acuerdan reformas tan importantes como las recogidas en el Acuerdo Social y Económico, están haciendo un ejercicio ético del poder y de la representación social, porque actúan responsablemente, en clave de país y no por intereses particulares o electorales. Cuando Mariano Rajoy mira para otro lado y critica "los festejos de la firma de una reforma que recorta las pensiones a todos los trabajadores", escenifica la esencia del populismo, porque dice lo que se quiere oír, en lugar de explicar lo que hay que hacer. Contribuyendo a la tendencia infantilizadora de la sociedad.
Él sabe perfectamente que estas reformas son necesarias, conoce su contenido y también el equilibrio hecho para acordarlas, pero le puede más su obsesión por el desgaste, por colocarse a favor del viento y bloquear la confianza que transmiten. Para él construir el futuro de nuestras pensiones no es lo urgente sino la ocupación del poder. "La consecuencia lógica de la tiranía del presente es que el futuro quede desatendido, que nadie se ocupe de él" escribe Daniel Innerarity. Aunque la ausencia de proyecto sea muchas veces la causa que le somete a la tiranía del presente.
Plantear una reforma de pensiones manteniendo la actual edad de jubilación en los 65 años que piden PP e IU, como fundamental premisa, sin tener en cuenta el envejecimiento de la población y el aumento de coste en los próximos veinte años, es tanto como pedir a gritos un sistema mixto de capitalización privada, porque la actual arquitectura del sistema público de reparto se basa en la solidaridad intergeneracional.
Transitar la reforma por las carreras de cotización con 61, 63, 65 y 67 años, excepcionando aquellos trabajos de especial peligrosidad o penalidad y aumentar el período de cálculo, posibilita beneficiar a jóvenes que entran al empleo a través de programas formativos o de investigación, compensar a las madres/padres que hayan interrumpido su vida laboral para cuidar hijos o resolver el problema de los trabajadores agrarios que cotizan por cuenta ajena en el REA, entre otras mejoras.
Todos sabemos que vivimos una etapa de miedo y desconfianza, miedo a los efectos derivados de un sistema financiero problemático, a un sistema de pensiones afectado por el desempleo y la crisis, al paro, pero sobretodo tenemos miedo al futuro, porque no estamos seguros de las garantías de protección que actualmente nos da el sistema, de ahí viene la desconfianza. Recuperarla es mucho más importante para el buen funcionamiento de las cosas que la realidad de las mismas.
La imagen de esta nación aplicando políticas excepcionales con el máximo respaldo político y social, es esencial para ir superando la profunda recesión económica y el déficit de confianza que suscita entre los inversores internacionales. El acuerdo es una pieza fundamental para ello, porque demuestra la capacidad de los firmantes para realizar una política de interés general y conecta con los grandes acuerdos de nuestra reciente democracia.
Por eso, que el principal partido de la oposición dé una respuesta populista, es muy preocupante, ¿le tiene sin cuidado recuperar la confianza de país?, ¿esa es la opinión que le merece la generosidad de los firmantes? Porque si el consenso no le gusta para ayudar a salir de la crisis, ¿prefiere la crispación y la ruptura social?
Sin buscar paralelismos ni debates estériles sobre las semejanzas de acuerdos, lo cierto es que los Pactos de la Moncloa en el año 1977 ya consensuaron medidas impopulares para reducir la inflación y el déficit exterior, además de servir para fortalecer la incipiente democracia. Lo paradójico salta cuando al compararlos, vemos como una Alianza Popular con 16 diputados, de lo cuales 13 eran exministros de Franco se sumaron y defendieron estos pactos con más sentido de Estado que los actuales dirigentes del PP hacen con el Acuerdo Social y Económico. Y es que han dejado de lado su pasado inmediato incluso antes de haber podido entenderlo.
(Publicado en El Periodico de Aragón el 13/02/2011)

1 comentario:

YO dijo...

Las reformas son necesarias, pero han de comprender que son igual de impopulares.